La vida da muchas vueltas y teníamos claro que una de ellas acabaría en Etna. Allí estaba Sicilia, una nueva aventura de 4 días que daría el broche perfecto a nuestra experiencia italiana
Decidimos alquilar un coche en Catania y para así poder pasar por Taormina, el Etna, la Escala de los Turcos, Agrigento y el valle de los Templos, Cefalú, Palermo y Reserva dello Zingaro, volviendo y dejando el coche en el aeropuerto de Palermo.
Empezamos nuestro viaje en Catania. Una ciudad un tanto peculiar. Solo estuvimos una mañana puesto que teníamos muchos sitios que visitar, pero durante una mañana tuvimos la suerte de ver sus dos famosos mercados: “la Fiera” en el cual se venden productos variados y “la Pescheria”, el cual vende exclusivamente pescado. Ambos mercados se encuentran cercanos a la plaza del Duomo. Y la verdad, el mercado de los pececillos me sorprendió. Había unos 30 puestos solamente de pescado y tenían todo tipo de variedad. También visitamos la famosa plaza del Duomo y la Catedral de Santa Ágata. Catania no tiene grandes monumentos, pero es uno de esos sitios en los que estás a gusto, uno de esos sitios que te recuerdan a la Italia de las películas.
Antes de irnos cogimos unos arancini de un puestecillo que encontramos de camino al coche. Y nos dirigimos a Taormina. Durante el camino paramos en Aci Trezza a ver las Islas del Ciclope, dimos un paseo por el puerto y otra vez a la marcha. Comimos en un sitio que nos pilló de camino. Había leído que los rigatoni allá Norma eran típicos en Sicilia así que dicho y hecho. Comimos y rápidamente salimos hacia Taormina, la joya de Sicilia. Antes de pararnos en Taormina visitamos Isola Bella, un lugar extraordinario. Para poder acceder a la isla existe un tramo en el que tenías que mojarte los pies sí o sí. Al menos a la hora que fuimos nosotros era así. Después en ella se encuentra el “Museo Naturalistico Regionale”.
Finalmente llegamos a Taormina tuvimos que aparcar en uno de los parkings situados en las afueras porque Taormina es PEATONAL. Existen 2 parkings, uno en cada entrada de la ciudad y no son muy caros. Una vez aparcados, nos dirigimos a la atracción turística más importante; el teatro griego. Al ser estudiantes no nos costó nada la entrada. El precio eran 10 euros, pero en Italia van cambiando los precios como les conviene así que no os fieis mucho. Visitamos también el BAM BAR un sitio conocido en Taormina por sus diferentes tipos de granizado (yo me pedí el de sabor yogur y la verdad es que cumplió las espectativas).
Después visitamos el Duomo, la porta di Catania y las vistas de la terraza panorámica «piazza lX Aprile«, sitios que puedes ver en un momento o que perfectamente puedes dedicarle toda una tarde si tienes tiempo de sobra (nosotros íbamos a full). Habíamos alquilado un apartamento y estábamos muy agotados así que compramos algo para cenar y comida para comer el día siguiente en el ETNA y nos fuimos pa’ casa.
Nos levantamos con energía, cogimos el coche y empezamos el que sería uno de los días más sorprendentes del viaje. Nos dirigimos al ETNA, el volcán en activo más grande de Europa. Durante la subida con el coche ya se veían las nubes por debajo de nuestro nivel y las vistas eran increíbles. Habíamos estudiado un poco la situación y teníamos medio hablado lo que queríamos hacer. Eran 3 etapas em las cuales se podía subir pagando 30-50 euros cada etapa, excepto la ultima que era a pie.
La primera era con un funicular y la segunda una especie de autobús con ruedas de camión por lo menos. Habíamos leído que la primera etapa era muy dura así que decidimos subirla con funicular y para bajar ya lo haríamos a pie, pero al llegar allí nos encontramos con que las condiciones climatológicas no eran buenas y el funicular no estaba en funcionamiento (en lo alto del ETNA se veía humo blanco y gris). Así que, solo nos quedaba o irnos a casa o subir a pie. Pues eso… subimos a pie.
La primera etapa fue dura y larga, el terreno estaba seco, muy empinado y además tenía piedras sueltas que te hacían resbalar, pero lo conseguimos. Conforme ibas subiendo la temperatura iba disminuyendo y el viento aumentando, nos comimos un bocata que llevábamos en la mochila y proseguimos con la segunda etapa. Aquí sí que se veía el humo más cercano. Lamentablemente al final de la segunda etapa había unos trabajadores del Etna cortando el paso. Eran malas noticias; no podríamos llegar a la cima. Así que vimos los cráteres que había en aquel nivel y volvimos (mucho más liviano la bajada). Al llegar abajo realmente agradecimos la temperatura.
Eran las 4 de la tarde y queríamos ver el atardecer en la escala de los turcos (en la otra punta de Sicilia). El tener que subir a pie nos había trastocado un poco los planes por el tiempo de subida, no obstante, nos salió bien y llegamos a tiempo. La escala de los turcos es un acantilado rocoso que se encuentra en Realmonte, a 18km de Agrigento. Compramos unas peroni (marca de cerveza italiana) carísimas y nos acostamos a ver el atardecer en la escala de los turcos. Allí conocimos a nuestro amigo Sancho, un perro que nos acompañaría hasta nuestra marcha de aquel precioso lugar.
Pero tranquilos, que aún queda mucho viaje y algunos consejos geniales para que puedan vivir una experiencia tan maravillosa como nosotros. Mientras tantos, les dejamos que vean algunas de las fotografías que sacamos en esta aventura siciliana.