El pasado 1 de diciembre, Miguel – cámara en mano –, y su grupo de amigos, viajaron a Londres en una época donde toda la ciudad se viste de gala. Nada más atravesar las puertas de Hyde Park una riada de personas les condujo a la entrada del festival navideño Winter Wonderland. Tras esperar la cola durante unos minutos, consiguieron acceder a aquel lugar por el cual habían viajado hasta Londres en este frío mes de diciembre. El ambiente era indescriptible: luces, colores, música, olores, voces, cientos de personas andando a su alrededor y disfrutando de la magia de la Navidad.Miguel ya conocía la ciudad, pero en esta ocasión, el viaje estaba siendo muy diferente.
El tiempo meteorológico tan característico de la capital británica se estaba portando medianamente bien con él y sus compañeras de viaje: mucho frío, sí, pero nada de lluvia. “Shape of you” de Ed Sheeran sonaba de fondo. Las voces y los instrumentos de un grupo eran los responsables de esa música; se encontraban subidos en un carrusel que giraba y giraba en medio de un conjunto de mesas. Esas mesas, ocupadas por asistentes que comían todo tipo de carne y bebían todo tipo de cerveza, tenían trozos cuadrados de mantel grapados a las mesas, a modo de adorno, a prueba de ladrones.
Familias con sus hijos e hijas, parejas jóvenes y mayores, grupos de amigos, personas con cámara, grabando con el móvil o paseando sin más. La atmósfera que se genera en torno a los árboles de este céntrico parque, explica por sí sola el motivo navideño que reúne a los seres queridos. Dos grados centígrados marca el termómetro y una suave brisa tambalea los peluches que sirven de premio en las casetas de feria, el olor a algodón de azúcar invade las fosas nasales.
El recorrido por aquel icónico lugar comenzó con unas cuantas fotos y otras tantas miradas al cielo de la ciudad. Coronado por una noria gigante que presidía el parque, la tarde londinense – sin sol desde hacía ya varias horas – brillaba, y una cúpula de luz y color envolvía aquel espacio de festividad. Tras pasear entre los puestos de adornos navideños, velas y recuerdos, se dirigieron a “la montaña rusa transportable más grande de toda Europa”, o al menos así lo ponía en un cartel en la ventanilla de venta de tickets.
Nada más y nada menos que nueve libras (moneda de Reino Unido) costaba aquella maravilla arquitectónica para los amantes de la adrenalina. Cinco loopings que representaban cada uno de los anillos olímpicos, uno de cada color, por supuesto. Una ligera llovizna acompañó a Miguel y a sus amigas por el recorrido, que tras dejar afónicas sus cuerdas vocales, fueron en busca de comida para acallar al estómago.
Puestos de perritos calientes, sándwiches, bocadillos, parrilladas, palomitas, crêpes, noodles… La oferta es muy amplia en Winter Wonderland y la elección difícil, menos para Miguel, que se dirigió sin pensarlo a pedir una crêpe de plátano con chocolate. Y así, felices y comiendo se dirigieron a las casetas de feria. No hizo falta probar suerte para ganar un premio en los dardos o en las canastas, encontraron una moneda de dos libras por el suelo y orgullosos de su victoria no esperada, salieron del recinto para continuar disfrutando de Londres.
Oxford Street se encontraba coronada por figuras de ángeles iluminadas que extendían sus alas hasta los tejados de los edificios. Las luces centelleaban por cada rincón de la ciudad, las calles más estrechas tenían decoración, al igual que cada persona con la que se cruzaban llevaba gorro en la cabeza o bufanda cubriéndose el cuello.
El día terminó en Victoria Station, que es la estación de autobuses y trenes principal de Londres. Fue aquel el momento en el que el grupo se separó, pues solo habían conseguido juntar ese día para reunirse todos. Un abrazo lleno de felicidad separó a dos de las amigas y Miguel sonrió al verlas. Sí, es posible que ya conociera Londres antes, pero la magia que acompañó a este día no era comparable con nada. “Viajar a los sitios en los que ya hemos estado, es una manera totalmente nueva de disfrutar de los lugares”, reconoció Miguel mientras se dirigía, junto al resto del grupo, a su tren.
Escrito por Raquel Rodríguez Alonso
Fotografía: Miguel de Mora @grandemo2
[…] 8 vistas No hay comentarios […]
[…] de Inglaterra. La zona está atravesada por la principal red hidrográfica que recorre Gran Bretaña de norte a sur: las cuencas de los ríos Severn y Trent. De hecho, desde el avión, se nota […]