Tan solo 4 días hicieron falta para que una pareja de jóvenes enamorados recorriese esta romántica ciudad francesa. Un viaje planeado solamente una semana antes que acabó siendo como una montaña rusa para llegar a Toulouse.
Era su primer viaje juntos fuera de España, su país natal. Una aventura que ambos comenzaban sin comprender el francés, aunque practicaban hablándolo entre ellos. Tras una larga noche de espera en el aeropuerto, viendo series en el ordenador como Sense8 y Juego de Tronos, tomaron el avión que les conduciría a su destino en menos de dos horas. La emoción del momento no les dejaba dormir, estaban deseando aterrizar y disfrutar de los encantos de la ciudad que les esperaba.
Bajaron del avión, algo confusos y desorientados, pero enseguida localizaron el tranvía que los llevó hasta un punto de la ciudad desde el cual arrastraron la maleta hasta el hotel. El cansancio hacía meya en ellos y se turnaban para tirar de la maleta cuesta arriba.
Al fin visualizaron el hotel y sus caras se iluminaron. La recepcionista, rubia de ojos claros, les atendió en español con gran amabilidad. Guardaron la maleta en su habitación, la número 232, y se lanzaron ansiosos a conocer la ciudad. Salieron cogidos de la mano por la puerta del hotel y gracias a la ayuda de Google Maps consiguieron guiarse hasta los lugares más magníficos de Toulouse: el río Garona, el Canal du Midi, el jardín japonés, el Convento de los Jacobinos, etc.
Pero no todo en este viaje era alegría, también había discusiones, a veces por cosas estúpidas como la elección del lugar donde cenar. Estas discusiones creaban brechas en la pareja y causaban las lágrimas en ambos miembros. Sin embargo, acababan solucionando sus diferencias y continuaban con el itinerario.
Día tras día el cansancio se acumulaba, pero no dejaban que esto les detuviera. Seguían conociendo y visitando los lugares más recónditos de la ciudad francesa. Se perdían por las calles y a veces se paraban a contemplar su alrededor. Una de las cosas que sin duda más les sorprendió fue encontrar gallos y gallinas en un parque llamado Jardin des Plantes. Estos rondaban por el lugar como los patos en los parques españoles.
El último día de viaje se produjo un giro inesperado: no paraba de llover. Era pleno julio, los días anteriores había hecho un tiempo magnífico, y de repente todo cambió. Esto desanimó a los jóvenes, que decidieron pasar el día en su habitación de hotel viendo la tele francesa mientras intentaban traducir lo que decían. Finalmente se rindieron y decidieron ver una película en el ordenador. Al día siguiente tocaba volver a casa, y ninguno de los dos quería regresar a la rutina de sus vidas.
Este viaje supuso un antes y un después en su relación. El primero que hacían juntos, en un país desconocido y sin previa experiencia. Aunque no fue el último. Les sirvió para darse cuenta de que querían volver a viajar juntos, y a poder ser, lo antes posible. Se despidieron de Toulouse con una sonrisa en la cara. Ya pensaban en su próxima aventura.