Comienza nuestra ruta gallega con primera parada en Santiago, y aunque el tiempo y el hostal no acompañó, es que Galicia es tan bonita que las penas se te olvidan. Allí estaba yo, a punto de irme a Vigo, mi segunda parada oficial, con un rebujó de nervios. Y es que hay que recordar que estábamos aún con el volcán y todo lo que ello suponía. Y siendo sincera, poder desconectar unos días, no sabes cuánto lo agradecí. Sobre todo, me gustaría agradecer a mi guía de Vigo, Fernando mi mentor en fotografía y aventuras. Y a el Dimi en Coruña y mi Álvaro maravilloso que, gracias a estas personas tan bonitas, hicieron mi primer viaje sola único e inolvidable.