La costa italiana es el destino perfecto para aprovechar las diferentes playas de Europa y, sobre todo, del mediterráneo, conocido por su gastronomía, el estilo de vida y su gente. Y ahora vamos a contar de un pequeño pueblo que ofrece justamente esto para sus visitantes: playas con vistas deslumbrantes y un hermoso mar azul-verdoso. Gaeta, a nada de (solo una guagua) Formia, ofrece todo ello además de mucha tradición y historia.
El pueblo reserva elementos típicamente italianos, con sus calles estrechas, flores en el pretil y las famosas vespas a las puertas de las calles, lo que lo hace una parada obligatoria para quien está por esa zona. Es por ello, por lo que, para llegar al centro de la ciudad, cogimos una guagua (un bus) en la parada de Porto Vespucci, en Formia, y en apenas 15 minutos ya llegamos al nuestro destino, Gaeta.
Gaeta fue construida en una posición estratégica, sobre un local alto y rocoso. Teniendo en cuenta esta peculiar característica, decidieron entre los siglos IX y XVI fue levantado el Castillo Aragonés-Angiovine. Actualmente es de uso militar y está abierto para turistas solo en algunos períodos del año. Pero la subida hasta el castillo – ubicado en la parte más alta del pueblo (casco histórico)– vale la pena justamente para disfrutar de la vista de todo el Tirreno. ¡El azul-turquesa del mar es el protagonista en este viaje!
Siguiendo nuestra caminata por las montañas, descubrimos algunas preciosidades de la historia y de la arquitectura de antecedentes medievales, como el Santuario dela Santissima Annunziata, la Catedral de Saint Erasmus, el Duomo de Gaeta y el Tempio de San Francesco.
Ah, y aquí os damos un consejo gastronómico. Siempre reserve un tiempo para conocer más de las famosas gelaterías locales. En la Piazza Traniello podéis disfrutar de diversas opciones de gelatos e yogures, todos de hacer agua en la boca y generar indecisión en el momento de elegir uno entre los muchos sabores.
Para volver a la estación de Formia podéis coger la guagua en la propia avenida de la orilla y aprovechar para caminar mirando al mar. Sobre las 18h, al horario de la puesta del sol, las aguas se quedan más bonitas por el color hecho por el sol. ¡Para nosotros, nos quedan las ganas de volver a estos dos pueblos que nos sorprendieron – y mucho! Ahora, toca a vosotros conocer más de la costa italiana. ¿Preparados?
André Meirelles
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