Día 2. PRIMER DÍA EN DOLOMITAS

4 años ago
Yaiza García García
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Por Yaiza García

El madrugón no fue tan horrible porque estábamos motivadísimos. Poníamos rumbo a las montañas. Condujimos hasta nuestra primera parada, la Marmolada, el pico más alto de los Dolomitas con 3.343 metros de altura y un glaciar espectacular. Existe un teleférico que te transporta hacia lo alto de la montaña, pero debido a la gran cantidad de nieve y el frío, obviamente estaba cerrado. No obstante, las vistas desde abajo eran espectaculares. El día también nos acompañaba, sin nubes y con un sol radiante que, aunque no calentaba, facilitaba la conducción.

 

Tras ver la Marmolada, tocaba conducir hasta la siguiente parada, el Passo di Sella, un paso entre Trentino y Tirol del Sur, en Dolomitas. La carretera para llegar hasta aquel lugar era algo difícil, ya que todo eran eses en subida. Me mareé, como era de esperar. Supongo que el mal de altura tampoco ayudaba. Justo antes de llegar, decidimos hacer una parada express, ya que las vistas nos dejaron mudos. Un paisaje de cuento. Donde las montañas cubiertas por nieve parecían hechas de algodón de azúcar e invitaban a deslizarte por sus laderas. Sacamos unas cuantas fotos y decidimos continuar hasta el Passo di Sella, donde había una estación de eskí. Decidimos comer allí, ya que el menú era bastante completo y los precios no eran del todo desorbitados. Tras hacer un poco el tonto por sus alrededores, jugando con la nieve y curioseando, era hora de volver a montarnos en el coche.

 

Nos dirigíamos a la zona donde nos alojaríamos aquella noche, el Val di Funes. A medida que íbamos llegando, el paisaje cambiaba. El verde se hacía hueco entre el blanco de la nieve, como si el frío no pudiese con él. Además, una especie de bruma cubría el valle. Era espectacular. No tenemos fotos porque no pudimos parar con el coche en ningún punto, pero os aseguro, que fue de las postales más impresionantes de todo el viaje. A medida que nos acercábamos a la zona del hotel, la nieve volvía a cubrir la vegetación.

Y por fin llegamos al lugar de la foto más demandada de la zona, la de la iglesia de San Giovani/Saint John in Renui. Se trata de una pequeña iglesia muy pintoresca en lo alto de una colina de Funes. No pudimos entrar porque en ese momento no había nadie alrededor a quien preguntar por la llave, pero seguro que merece mucho la pena entrar. No os voy a mentir, las fotos de la iglesia las sacamos casi corriendo en Dolomitas. El frío estaba pudiendo con nosotros, junto con el medio metro de nieve que hacía muy difícil caminar por la zona. Así que no tuvimos otro remedio que poner rumbo al hotel.IMG-4048

Nos alojamos en Fallerhof, a 5 minutos en coche de la iglesia y la verdad es que no era para nada un sitio de lujo, pero cumplía con las expectativas de Dolomitas. Las vistas desde la ventana eran mágicas. No tenía nada que envidiarles a los hoteles de los instagramers. Dejamos las cosas en la habitación y, como era muy temprano, serían como las 4 de la tarde, fuimos a buscar un sitio donde cenar o tomar algo calentito.

Tenéis que tener en cuenta que a las 4 y media de la tarde ya era de noche y en mitad de los Alpes no es que haya muchas luces. Encontramos una pizzería en el pueblo de al lado y yo me tomé mi mítico glühwein (vino caliente). Muy alemán, reviviendo mi Erasmus. Al estar en el norte de Italia, muchas personas hablaban alemán e incluso sus facciones eran muy alemanas. Con la barriga llena y el corazón contento, volvimos al hotel para descansar, ya que al día siguiente nos esperaban muchísimas horas en coche.

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Autor: Yaiza García García

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