Tánger

6 años ago
Andreína Pérez
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Hoy toca Tánger

Antes de ir a Tánger me dijeron que era la ciudad que juntaba lo tradicional, moderno e histórico en muy poco espacio. En un principio no les creí hasta que lo ví con mis propios ojos. Nada más bajarme del barco, me encuentré con todo el puerto marítimo reformado a disposición del público, justo frente a toda la zona antigua. La zona pertenecía a los españoles que residieron en Tánger, Marruecos, durante tanto tiempo, han dejado su huella. Edificios con tallados en escayola, envejecidos por el paso del tiempo. ánger, escondes tantas historias, infinitas que se me eriza la piel pensar que ese trozo de tierra hizo que muchas personas de ideología, religión y cultura tan distintas compartieran algo tan íntimo como un edificio, un hogar, cruces en la escalera… Quizás solo con mirar ese paraje mi mente vuele más de lo que debería pero os puedo asegurar que el hechizo te atrapa. Así que entre imaginaciones, mi grupo y yo decidimos ir andando hasta llegar a la casa que teníamos alquilada en las calles escondidas del ruido del zoco, de los coches y cerca de la calma del mar.

A la mañana siguiente, decidí salir a comprar comida para el desayuno. Mientras paseaba hasta llegar a la panadería, llegué a la Plaza 9 de abril. Desierta, tranquila y con una panadería en frente abierta soltando un olor de pan recién hecho que te abre el apetito.

Seguimos con la ruta

Después toda una mañana dando un paseo por el centro, la zona escondida, todas las callejuelas que parecían un laberinto. Un laberinto precioso: blanco, azul y con olor a especias totalmente embriagador. Por la tarde nos adentramos en el zoco, en una tarde de julio nos enamoró por completo por la fusión del zoco de comida y el de ropa, las calles extremadamente estrechas y acogedoras al mismo tiempo. Vimos el atardecer en una de las cafeterías escondidas en la Plaza nueve de abril y eso ya, nos terminó por enamorar.Los días siguientes, simplemente indagamos más sobre la historia de la ciudad y sus habitantes. Nos cuentan historias que han ocurrido en esas calles. Esas calles que derrochan una nostalgia, que guardan secretos, el amor que se ha escondido entre jóvenes que siempre han tenido que esconderse por miedo a ser descubiertos y apartados.

¿Nos perdemos en sus calles?

Más de una vez, nos encontramos a parejas que van de la mano y nuestra presencia les asusta, se desprenden de sus manos y huyen en direcciones contrarias. Simplemente añadir, que el dejar una ciudad con tanta historia me dolió. Sin darnos cuenta, llegó el momento de volver a casa y el ferry de vuelta, se convirtió en nuestro castigo de vuelta hacia la realidad. Todo el mundo derrocha un amor, cariño y felicidad que te hace vivir en un sueño.

Gracias, Tánger por hacernos vivir viejas historias y hacer nacer nuevos sentimientos que no sabíamos de su existencia.

 Por nuestra querida viajera Hana Akachach

Autor: Andreína Pérez

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