Cuenca: Viajar a una ciudad para viajar a un cuento

2 años ago
Sara Molina
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¿Cómo empezó el viaje?

Todo viaje comienza con un deseo. Yo y mi pareja queríamos hacer una escapada romántica desde hacía tiempo, pero tenía que ser a un lugar cerca de Madrid… por temas de dinero y de tiempo: somos jóvenes que viven en el centro de la capital y las islas Fiji no estaban dentro de nuestro presupuesto. Eso sí, pronto descubrimos Cuenca y supimos que no hacía falta irnos muy lejos ni gastar mucho dinero para planificar una escapada verdaderamente mágica.

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¿Cómo fuimos?

Decidimos coger la guagua (perdón pero voy a utilizar mi jerga canaria): el billete hasta Cuenca costaba solo unos 13 euros. También se podía ir en tren (más rápido pero más caro) y en coche (siempre puedes alquilar uno e ir por tu cuenta, con más libertad, pero nos parecía muy cansado y también se encarecía). El viaje en bus partía de la Estación de Méndez Álvaro y fue un poco lento, pero me entretuve viendo a través de la ventana los pueblos en los que iba parando (y que eran muy tranquilos, silenciosos e incluso algo tétricos, hay que admitir). Pero por el precio no estuvo nada mal. Llegamos a Cuenca el viernes bien entrada la noche y corrimos a cenar en el primer sitio que pudimos porque estábamos hambrientos. 

La magia de Cuenca es distinta en cada momento del día

Travel to Spain – Cuenca (Drone) – Servan FICHET

¿Qué vimos?

  • Casas Colgadas: lo primero que vimos al llegar. Una visión preciosa y acogedora: las dos casitas al borde de la montaña parecían el lugar ideal para refugiarse y disfrutar de una buena lectura con un té (lástima que no puedan usarse para esto).
  • Plaza Mayor: más pequeña que la de Madrid, por supuesto, pero mil veces más disfrutable. Con mucho encanto y mucho ambiente, esta plaza te transportaba en el tiempo hacia el pasado.
  • Mirador del Rey: desde este mirador en lo alto de la ciudad, se podía disfrutar de unas maravillosas vistas de toda la naturaleza que lo rodea. Se veían algunas rutas de senderismo que se podían realizar por los alrededores: ya teníamos una excusa para volver en el futuro, porque el tiempo no nos dio para hacer ninguna.
  • Torre de Mangana: esta torre neomudéjar ha sido modificada en varias ocasiones con motivo de su extensa historia y debido a la ocupación de los distintos pueblos que han pasado por la región. 
  • Calle Alfonso VIII y sus casas de colores: para mí, lo mejor de Cuenca. Simplemente una callejuela congelada en el tiempo. Hermosas fachadas, suelo de adoquines y balcones decorados con amor. Yo no necesitaba más que pasear por aquí con tranquilidad, alejada por fin del barullo y el estrés de Madrid.

Momento comida

Por todos lados había muchos sitios de menús a muy buen precio. La verdad es que parecía el cebo perfecto para los turistas… y nosotros también caímos. El precio medio eran 10 euros que incluía normalmente primer plato, segundo plato, bebida y postre. No nos pudimos resistir. Bueno, bonito y barato. Y toda la comida buena de verdad. Para mí las estrellas culinarias del viaje fueron la sopa castellana (con el frío de noviembre casi todos los restaurantes la ofrecían) y el cordero en salsa (los dos platos los disfrutamos en un local situado en la parte alta de la ciudad, en el Mirador del Rey).

Es de destacar también el sitio en el que desayunamos maravillosamente todos los días por un precio inmejorable: Moka Natural Coffee.

Recomendaciones

  • No te quedes sin ver la ciudad de noche. La magia de Cuenca es distinta en cada momento del día. Merece la pena ver algunos de los sitios icónicos de la ciudad una vez que ya ha anochecido. Es muy relajante y emocionante al mismo tiempo por el ambientazo que hay. 
  • Entra en el Museo que hay dentro de una de las Casas Colgadas: el Museo de Arte Abstracto Español. Puede pasar desapercibido porque no se anuncia demasiado y merece la pena ver su colección de obras de arte en combinación con los paisajes tan singulares que se pueden ver desde dentro.
  • Simplemente, encuentra el tiempo para callejear relajadamente, descubrir rincones para hacer fotos y hacer compras de la artesanía del lugar (hay muchísimas tiendas locales de arte que merecen mucho más la pena que cualquier puesto de souvenirs). 
  • Piensa bien cuando estés planificando el viaje si quieres quedarte dentro o fuera del centro de la ciudad. Más cerca del casco antiguo los hoteles no son muy nuevos, pero tienen mucho encanto. Más lejos los hoteles son mucho más modernos y además estás en la parte nueva de la ciudad con todas las comodidades (nosotros apostamos por esta opción y nos quedamos en el Hotel NH Ciudad de Cuenca, que tiene unas magníficas instalaciones y buena relación calidad-precio). Eso sí, te tocará coger transporte para subir al casco o ir andando (y aviso que la subidita es dura porque la cuesta es considerable).

En definitiva, Cuenca ha sido un gran descubrimiento para mí. Me habían hablado de ella pero no imaginaba que sería tan mágica. Renovada de energías, volví a la ajetreada Madrid… pero esta vez llena de inspiración. Porque si hay algo que la ciudad de Cuenca logra es inspirarte. Caminar por sus calles, sea de noche o de día, es como caminar dentro de un cuadro o de un cuento de hadas. Dale una oportunidad y déjate encantar por su hechizo.

Autor: Sara Molina

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