Recuerdo este viaje como si fuera ayer, una pequeña aventura de las tantas que viví con mi gran compañera, aventurera hasta la médula, Clara Pérez. Hicimos muchos viajes, tantos con nuestras otras amigas y, otros, solas a vivir el momento.

Creo que este post le tengo tanto cariño porque es sobre una de mis épocas favoritas del año, EL CARNAVAL. Sin lugar a dudas, como buena canaria, cuando llega el carnaval se siente en vena pura. Es un sentimiento de alegría, de euforia, de felicidad. Por eso, creo que para mi era tan importante poder ir al carnaval de Italia. En concreto, al carnaval de Venecia. Así que sigue leyendo, que fue toda una experiencia.

Febrero fue un mes lleno de viajes, grandes historias, nuevas personas… Fue un mes bueno y a la vez muy complicado, pero no lo cambiaría por nada en el mundo. Y ni mucho menos este año. Sentimientos encontrados en un mar de dudas que se viene. Se acaba el Erasmus, pero no creo que terminen los viajes, tranquilos. Cuando empecé esta aventura no tenía nada planeado, algo muy raro en mi. Solo quería dejarme llevar, viajar, conocer, descubrir y descubrirme. Ahora estoy aquí, viendo como todo tiene un final, pero, a la vez, viendo toda la suerte que he tenido. Todo lo que he aprendido, cambiado y conocido. “Después de esto nada será igual” y es cierto, ya nada es igual. Ya no somos los mismos que llegamos en septiembre.

Todo empieza con amigos que te vienen a ver en el Erasmus. Planes improvisados. Muchas ganas de viajar y de enseñarles parte de la cultura italiana. Y no hablamos solo de la comida (cosa que no paramos de probar). Sino, también, de sus tradiciones, sus costumbres y de un elemento esencial que caracteriza, en concreto, nuestro destino: la moda. Y sí, estamos hablando de Milán, uno de los núcleos más comerciales y nutridos de la moda de alta costura. En esta ciudad cuesta no pecar y comprarte algo. Ediciones limitadas, grandes diseñadores, tejidos, texturas… Todo un escenario de glamour. Pero no solo esto, si quieres saber más continúa leyendo este post.

Cada viaje tiene su historia, cada momento su recuerdo y cada experiencia un sin fin de sentimientos. Ahora miro con nostalgia esos días de frío, apenas ha llegado el calor a Roma y ya, en cierto modo, extraño esos días en Polonia. Ya no solo por la comida, la cultura, estar de viaje con mis compañeras de piso… También por las mil aventuras que vivimos en tan poco tiempo. Perdernos, conocernos, descubrir. Cada lugar me sorprendía más de Polonia. Tras varios días en Cracovia, de irnos con un sabor agridulce (una ciudad que nos encantó, por su historia pero, que también, nos rompió el corazón por la de masacres, tristeza y dolor que vivieron). Ahora una guagua (autobús) nos llevaría a nuestro próximo destino, Varsovia.

Creo que cada viaje te cambia un poco, no solo la forma de ser o pensar, sino, que también, te ayuda a creer, a conocerte y a crecer. Eso es lo que me gusta de este proyecto. No solo que me haga crecer, ver lugares diferentes, culturas, costumbres…

En cada viaje se reflexiona no solo de lo desconocido sino también de lo conocido. En nuestra aventura por Polonia, en concreto, caminando por Cracovia, tanto en el Free Tour, como en nuestra visita a Auswitch y Birkenau, pudimos pensar sobre todo en las penurias que ha pasado la sociedad.

Y qué mejor que irnos a Padua! La verdad, que para ser sincera, ni yo muy bien sabía que podría encontrarme en este lugar. Sin embargo, cual fue mi sorpresa al descubrir la cantidad de historia que tenía y lo famosa que era. Si también queréis saber más, seguid leyendo, que este lugar promete.

Sabemos que en Roma hay tanto que ver que, por experiencia propia, aunque vivas aquí durante un año, no es suficiente, cada día te sorprende más. Es por ello, por lo que hemos decido hacer esta pequeña lista de lugares diferentes que ver. Una ciudad llena de arte, diversas civilizaciones, inmensa cultura, y tanto, pero que tanto conocer. Aquí le dejamos nuestra lista para hacer un viaje diferente a la ciudad eterna, Roma:

El pueblo reserva elementos típicamente italianos, con sus calles estrechas, flores en el pretil y las famosas vespas a las puertas de las calles, lo que lo hace una parada obligatoria para quien está por esa zona. Es por ello, por lo que, para llegar al centro de la ciudad, cogimos una guagua (un bus) en la parada de Porto Vespucci, en Formia, y en apenas 15 minutos ya llegamos al nuestro destino, Gaeta.